Informe España 2021 Parte Segunda
Chaime Marcuello
Todavía seguimos aturdidos y conmocionados por el impacto de la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2, del que seguimos sin saber cuál es su origen. Ambos, virus y pandemia, nos han provocado múltiples fatigas, tanto individual como socialmente, que nos afectan más de lo que imaginábamos al comienzo de este tiempo de excepcionalidades. Necesitaremos unas cuantas décadas para explicar y entender lo que todavía estamos viviendo.
En este contexto, da la impresión de que el único anhelo es la vuelta a la normalidad, al business as usual, a las rutinas e inercias de nuestra vida de antes, al mundo de ayer. En las primeras semanas, luego meses, tras la irrupción devastadora de la COVID‒19 se oían diversas voces que afirmaban que nada sería igual, que deberíamos ir pensando en el mundo postpandemia, que este aprendizaje forzado y brutal debería conducirnos a un replanteamiento de nuestras vidas. Pero no era el único relato. La extensión de las vacunas y la opción por la convivencia con el virus han fortalecido más el discurso de salvación para volver a donde estábamos. Mientras que las voces que plantean alternativas de futuro a un modelo a todas luces insostenible ‒una de cuyas consecuencias, probablemente no la última, es la pandemia que estamos sufriendo‒ se han quedado en un segundo plano. Por eso mismo es pertinente preguntar(nos), ¿cómo pensar el futuro? ¿Qué hacer y cómo anticiparnos? En especial, desde las ciencias sociales y la política, entendida esta como la capacidad de llegar a diagnósticos compartidos y propuestas de actuación (políticas públicas) que nos ayuden a mejorar el bienestar del conjunto de la sociedad.
¿Se está abriendo una puerta para un mundo más sostenible y menos concentrado? Este capítulo pretende responder en la medida de nuestras ‒limitadas‒ posibilidades a esta pregunta.