Cuando se nos propuso escribir este capítulo, se nos planteó un reto que nos ha llevado a reflexionar conjunta e individualmente: ¿se puede abordar la situación de las mujeres y los retos y desafíos en el camino hacia la igualdad en un capítulo?
Las múltiples dimensiones que construyen, dan forma y atraviesan la desigualdad de género son tantas y tienen tantas ramificaciones que, sin lugar a duda, para abordar la tarea de analizar cuál es la situación ante la que nos encontramos y
cuáles son los principales retos que se plantean en un horizonte a corto y medio plazo, se necesitaría un análisis de tantas variables y temas y con una profundidad tal, que no sería posible recogerlos todos en unas pocas páginas.
Por tanto, una vez descartado un objetivo tan ambicioso, decidimos centrar la cuestión en aquellos aspectos que, debido a nuestra experiencia profesional y personal, y nuestro conocimiento, preocupaciones e intereses, creemos que son algunos de los elementos clave y, por tanto, pueden contribuir al avance, aun siendo conscientes de que existen otros ámbitos de igual importancia que no serán tratados en este capítulo.
En el proceso de selección de los temas a tratar no hemos abordado la naturaleza de los mismos de cara a una potencial categorización, es decir, si éstos pueden considerarse como escenarios que se deben cambiar, procesos que se han de iniciar con urgencia u objetivos parciales. Nos hemos querido dejar guiar por una identificación que pudiera ser representativa de las preocupaciones de las mujeres de nuestro entorno y de las nuestras propias y creemos que, más allá de su categorización, los temas seleccionados tienen, de por sí, la entidad suficiente como para considerar que los progresos en los mismos supondrán un claro avance en el camino de la igualdad.
De este modo, el capítulo que a continuación se presenta se centra en tres cuestiones que hemos considerado fundamentales para analizar la situación actual y los retos que se deben abordar: la educación, como elemento transversal y la base
fundamental necesaria para que los cambios que se produzcan tengan un carácter real y estructural y que, por tanto, atraviesa todos los ámbitos restantes; el trabajo, remunerado y no remunerado, como lugar de tensión en el que se han producido
avances y retrocesos; y, por último, las violencias de género, como expresión máxima de la desigualdad y como tema especialmente preocupante, donde se debe actuar urgente y prioritariamente.