Cuestiones como la desigualdad, el desempleo, la pobreza, la exclusión social o el desarrollo comunitario están teniendo nuevas respuestas desde intervenciones creativas de emprendedores sociales que aportan nuevos métodos, nuevas tecnologías y nuevas formas de relación colaborativa que entremezclan lo público y lo estatal, lo privado y lo empresarial y lo público y lo comunitario. Es la llamada innovación social como nuevo enfoque que potencia la solución de problemas sociales que la inercia, el burocratismo o la erosión de las políticas públicas dejan sin resolver.
La innovación social se basa en la participación directa de emprendedores, colectivos ciudadanos e innovation makers en la resolución de problemas sociales y ambientales teniendo en cuenta las nuevas posibilidades de implicación que ofrecen las tecnologías digitales, la mayor concienciación ciudadana y la creatividad aplicada al bien común. La innovación social es el reflejo de una ciudadanía más activa, crítica y empoderada, que aporta nuevas formas de intervención y de asociación que complementan la acción del Estado y las administraciones. Supone una manera más eficiente y participada de cocrear soluciones en favor de la comunidad local e inmediata, complementando las políticas públicas allí donde no llegan o donde dejan sin resolver múltiples desafíos. Implica intervenciones con estrategias y métodos diferentes a los utilizados de forma
tradicional por un Estado del Bienestar que, a su vez, sufre su erosión en tamaño, prestaciones y derechos.
En pleno contexto de austeridad presupuestaria y con la perspectiva de un débil crecimiento generador de malos empleos, la innovación social emerge de cara al futuro como un paliativo necesario y un sustitutivo elocuente. Un paliativo necesario
para cubrir nuevas necesidades y riesgos no cubiertos por un Estado del Bienestar recortado y que actúa, en paralelo, con la misma inercia burocrática e impersonal que en el pasado. Por otro lado, aparece como un sustitutivo elocuente que se enfrenta a las grandes heridas y brechas de desigualdad generadas por la actual crisis. La innovación social se enfrenta así a una dualidad ambivalente: de un lado, puede potenciar un mayor protagonismo de la sociedad y la ciudadanía en la producción de bienestar, pero, por otro, está por ver su contribución efectiva para producir la igualdad y el bienestar perdidos con la crisis. Para ello, la innovación social debería formar parte de nuestra cultura política y llegar a ser el paradigma central de gobiernos más redistributivos.
A pesar de ser uno de los temas-estrella de la UNESCO, la OCDE o la Comisión Europea y del gran debate académico que suscita, el enfoque de la innovación social apenas es conocido en España por el gran público. El capítulo pretende introducir,
ejemplificar y valorizar la importancia de este enfoque como tendencia creadora de nuevos futuros y de nuevos desarrollos de la gobernanza que no están exentos de contradicciones y complejidad.