La preocupación por los problemas de equidad y bienestar social ha sido una constante en los informes de la Fundación Encuentro. Los distintos capítulos de los informes anuales de la Fundación Encuentro han tratado de profundizar en las posibilidades y límites del Estado de bienestar para mejorar nuestros niveles de equidad.
Frente al consenso característico de épocas anteriores, en las que el Estado de bienestar se caracterizó por un crecimiento gradual, la realidad actual impone la necesidad de lograr nuevos consensos en la sociedad. Existe una crisis irreversible de los supuestos sobre los que se cimentaron los Estados de bienestar tradicionales, que obliga a reformular sus bases. Cualquier propuesta que suponga profundizar sobre las mismas bases o no alterar la naturaleza del sistema de protección estará muy probablemente abocada al fracaso. No es posible hacer pivotar ya la protección social, o incluso el propio modelo de organización social, sobre el mercado de trabajo. Las elevadas tasas de desempleo estructural, la creciente intermitencia de la relación laboral y los cambios en la composición familiar de los hogares han quebrado los supuestos tradicionales de las políticas sociales. La pregunta clave es, por tanto, sobre qué elementos instaurar un nuevo consenso para superar las actuales deficiencias de la protección social.
El objetivo de este capítulo es ofrecer algunos argumentos para dar posibles respuestas a esa pregunta. La contestación no puede disociarse de los cambios que se están produciendo en los Estados de bienestar de nuestro entorno, por lo que una primera reflexión centra el foco en los cambios generales en los sistemas de protección social en los países ricos. En segundo lugar, es obligado analizar las tendencias en el largo plazo del propio Estado de bienestar español, cuya revisión se recoge en un segundo apartado. En tercer lugar, las posibles respuestas han de tener presentes algunas de las principales transformaciones en las políticas sociales en estas dos décadas, que a su vez dan lugar a otros interrogantes que deben ser atendidos, como qué políticas son las más redistributivas, cómo encajar esta posible reforma en el proceso de descentralización que durante este período ha marcado la política social española, cómo definir un sistema equilibrado de producción mixta de bienestar y qué tipo de sistema de financiación del gasto social es el más adecuado en el nuevo contexto. A la revisión de estas cuatro cuestiones se dedica el tercer y último apartado.