Al analizar la evolución de la renta media por tipo de hogar en el período 2008-2011 (tabla 3), observamos que los que ven disminuida su renta en mayor medida son los hogares con niños dependientes, entre 542 y 3.738 euros. Se puede asociar el dato de los hogares con niños dependientes con las noticias que aparecen sobre el aumento de la pobreza infantil (vinculada directamente con la situación laboral y socioeconómica de los adultos de referencia familiar) y los problemas de malnutrición y desnutrición.
Los que menos han sufrido la bajada de la renta en el período analizado son los unipersonales, donde ha aumentado en 93 euros. En el caso de “Otros hogares sin niños dependientes” también hay una reducción sustantiva de la renta (una media de 3.738 euros en el período). Se refiere a hogares con varios miembros adultos, en los que está incluida la familia extensa, hijos que han superado la edad infantil o personas mayores.
En general, los hogares cuya persona de referencia son hombres o mujeres de 45 a 64 años se han visto más afectados por la reducción de ingresos (tabla 4). El impacto de la crisis en los sectores de la construcción y las actividades económicas relacionadas con ella pueden explicar este hecho, ya que es un sector muy masculinizado. En el caso de los hogares encabezados por hombres, la reducción de la renta se da en todas las edades, aunque porcentualmente la mayor ha sido en los hogares cuya referencia son los menores de 29 años, lo que indica una tendencia importante: la juventud es una de las mayores afectadas por la crisis. La fácil incorporación al mercado de trabajo en puestos de baja cualificación, fundamentalmente en el sector de la construcción, puede estar detrás de este fenómeno.
En los hogares en los que la persona de referencia es una mujer menor de 29 años, la renta media ha subido en 361 euros. Es cierto que, cuantitativamente, estos hogares no son los más numerosos, pero supone un fenómeno y una tendencia que los datos muestran constantemente y que tiene una importancia significativa en la inclusión de los jóvenes en la sociedad y en las consecuencias para el futuro de las trayectorias laborales y personales.
Las familias cuya persona de referencia tiene más de 65 años han resistido mejor y se han visto relativamente menos castigadas, debido a que las pensiones, aunque se han visto reducidas, se han mantenido.
Aunque el período analizado es corto, hay que destacar la importancia que tiene, en el caso de las mujeres, la sustitución de pensiones de viudedad por pensiones de jubilación. En este lapso, la pensión media de las mujeres pasó de 577 euros mensuales a 635. De hecho, los pensionistas han sido uno de los paraguas familiares que han mantenido a los miembros desempleados y a los que han visto reducidos sus ingresos. Esto demuestra que las pensiones y los mecanismos de protección de renta dirigidos a la población de personas mayores han funcionado como un elemento preventivo ante la dureza de la crisis, y cómo puede afectar en el futuro el debilitamiento del sistema de pensiones.
En la tabla 5 se observa el desplazamiento de los ingresos a las franjas inferiores y el aumento del porcentaje de hogares con ingresos reducidos. En 2013, los ingresos en casi el 26% de los hogares españoles tenían una cuantía inferior a los 1.000 euros netos mensuales, y en casi la mitad, una cifra inferior a los 1.500 euros. En 2008, año en el que hay un cambio de tendencia, el porcentaje de hogares con ingresos inferiores a los 1.000 euros no llegaba al 21%. Los hogares que ingresaban menos de 500 euros mensuales han pasado del 3,1% en 2008 al 5,5% en 2013. Hay que tener en cuenta que esta estadística sólo incluye a los hogares con ingresos, por lo que se deberían sumar los hogares sin ningún ingreso. Según la EPA, en el cuarto trimestre de 2013, había 773.200 hogares sin perceptores de ingresos, cuando en 2008 eran 470.600. A la inversa, en 2008, un 43% de los hogares ingresaba más de 2.000 euros netos mensuales, mientras que en 2013 esta cifra había descendido al 36%.
Estos datos dan idea del nivel de pauperización de la sociedad española, ya que la crisis la sufren especialmente los sectores más vulnerables y las capas medias afrontan un proceso de reducción de ingresos. Si se siguiese un puro criterio monetario de consideración de quién es clase media a partir del ingreso, se puede observar que la caída de los ingresos tiene dos impactos: la reducción de hogares y familias que pueden considerarse como clase media y la precarización de su situación. Es muy difícil cuantificar quién pertenece o no a esta clase. Además de los criterios sociológicos y antropológicos ya indicados, simplemente considerando los criterios puramente monetarios, las propuestas oscilan entre cifras muy dispares considerando que entran en este grupo los que ingresan del 75% al 150% del ingreso medio (cálculo de la Universidad de Bremen, que en España supondría un ingreso bruto entre 20.081 y 40.162 euros por hogar) hasta los que elevan la franja al 300%. En España, se ha afirmado que es clase media el que ingresa entre 20.000 y 60.000 euros anuales.
Se siga el criterio que se siga, los datos indican un adelgazamiento del grupo que tiene ingresos medios, dado el desplazamiento a las franjas inferiores. Si se considera el grupo de hogares que ha ingresado entre 1.500 y 5.000 euros mensuales netos (18.000 y 60.000 anuales), ha pasado de un 55,5% a un 49,6%. Éste es sólo un cálculo orientativo, pero en sintonía con otras propuestas de análisis que hablan de un descenso en torno a estos parámetros.