Los mayores no sólo consumen y generan con ello actividad económica y empleo, sino que también contribuyen con sus recursos económicos, con su tiempo y con su espacio al sostenimiento de la red familiar, especialmente en tiempos de crisis. Gracias a ellos se puede evitar en no pocas ocasiones situaciones dramáticas de exclusión social. La mayoría (nueve de cada diez) están muy satisfechos con las relaciones con su familia y se relacionan con ella casi todos los días; sólo un 7% no lo hace nunca o una vez a la semana.
La crisis está enfatizando la importancia de la solidaridad intergeneracional. Dentro de los distintos tipos de solidaridad intergeneracional que proponen Bengtson y Roberts (asociativa, afectiva, consensual, funcional, normativa y estructural), la crisis económica ha reforzado la importancia de la solidaridad estructural (forma de convivencia y proximidad) y la solidaridad funcional (prestación de ayuda y cuidados).
En relación con la solidaridad funcional, un 5,5% de los gastos de las personas mayores corresponden a ayudas económicas que prestan a sus familiares (hijos y nietos). El 40,4% de las personas mayores ha ayudado en los dos últimos años con su pensión a familiares o amigos, cuando hace sólo cuatro años ese porcentaje era del 15,1%. Pero, ¿cuántas personas o familias viven de su ayuda? ¿Qué porcentaje viviría en la miseria si no fuese por la ayuda que los mayores prestan a su familia? El informe de La Caixa Crisis y fractura social en Europa. Causas y efectos en España, habla de 300.000 familias en las que todos los activos están en paro y que viven de la pensión de sus mayores. Señala que uno de cada cinco desempleados vive de la ayuda de alguna persona de 65 años o más. Indica que la pensión de la persona mayor puede convertirse en un recurso esencial para la supervivencia de todos. El número de hogares que viven de las pensiones de los jubilados se ha triplicado desde el inicio de la crisis en 2008. El porcentaje de este tipo de hogares sobre el total en España supera en seis puntos al de otros países europeos (Dinamarca, Reino Unido y Francia).
Una relevancia grande y creciente en la solidaridad funcional de los padres mayores hacia los hijos la tienen los cuidados que aportan, sobre todo en relación con los nietos. Es significativo a este respecto que el 70% de las personas mayores haya cuidado o cuida de sus nietos, facilitando –y muchas veces haciendo posible– a los padres su vida laboral. La creciente flexibilización de los horarios y el tiempo de trabajo, con contratos de corta duración, jornadas parciales, horarios cambiantes y en ocasiones meramente indicativos otorga a esta ayuda de los abuelos una importancia aún mayor que la que tenía hasta ahora. Casi la mitad de los abuelos asume la responsabilidad de cuidar a los nietos todos los días y un poco menos de la otra mitad lo hace todas las semanas. Los hombres cuidan más a sus nietos que las mujeres. No obstante, invierten menos tiempo (5,3 horas diarias) que las mujeres (6,2 horas).
Por lo que se refiere a la solidaridad estructural de los mayores hacia sus hijos, hay que destacar las transferencias de espacio que supone el que los hijos vivan en el domicilio de sus padres mayores. Casi siempre se identifica la solidaridad estructural en el sentido de apoyo de los hijos a los padres, sobre todo cuando éstos caen en situación de dependencia. Sin embargo, como se aprecia en la tabla 26, el porcentaje de personas mayores que viven en su propio domicilio con sus hijos (27,9%) duplica al de los mayores que viven en el domicilio de sus hijos (13,5%). Con la crisis se habrá acentuado esta situación, ya que el desahucio o la imposibilidad de afrontar la hipoteca o el alquiler ha llevado a muchos hijos adultos a volver al hogar de sus padres.
A pesar de la importancia creciente de los flujos económicos y de ayudas de los mayores a las generaciones más jóvenes, todas las encuestas están de acuerdo en el poco reconocimiento social que se presta a las personas mayores. Según el Eurobarómetro sobre solidaridad intergeneracional, en el que se preguntaba por la valoración de la aportación de los mayores a la sociedad, el 77% estaba total o algo de acuerdo con que no se valoraba suficientemente la aportación de las personas mayores a la familia y a los parientes.