El conjunto de los mayores pensionados cobraron 103.524 millones de euros en 2012. Son una parte muy importante del consumo. Como se puede apreciar en la tabla 23, el gasto total de los hogares cuyo sustentador principal es una persona mayor se incrementó notablemente entre 2006 y 2008 (18,4%), más del doble que el del resto de la población (8,7%). No obstante, el contraste mayor se produce desde el inicio de la crisis en 2008. Así, mientras los datos de los hogares de 16 a 64 años muestran una reducción del –9,6% entre 2008 y 2012, el gasto correspondiente a las personas mayores continuó aumentando a un ritmo sostenido (16%). Evidentemente, el incremento de la población mayor es un factor importante de este aumento, pero probablemente responda en mayor medida al incremento de las pensiones y los pensionistas con respecto a los salarios y a los trabajadores que se ha producido durante el período de crisis que continuamos sufriendo. Como resultado agregado de todo ello, el gasto de las personas mayores ha pasado de suponer un 17,6% del gasto total en 2006 a un 23% en 2012. Sólo entre 2008 y 2012 dicho porcentaje ha aumentado más de un punto por año. Por tanto, si el desplome del consumo es uno de los factores que han contribuido en mayor medida a agudizar la crisis económica y de empleo que padecemos, el gasto de las personas mayores ha contribuido notablemente a que la caída no haya sido mayor.
Si procedemos a desagregar los datos de gasto en los presupuestos familiares y analizamos el gasto medio por persona (tabla 24), se encuentran nuevos argumentos para justificar el peso creciente del consumo de los mayores en la actividad económica y, en consecuencia, en el empleo en nuestro país. Los mayores, tanto hombres como mujeres, fueron el único grupo de edad que incrementó el gasto medio por persona entre 2008 y 2012. En el caso de los hombres, pasó de 11.291 euros anuales a 11.840, mientras que el aumento entre las mujeres fue aún mayor: de 12.734 a 13.393. De esta manera, de ocupar las posiciones más rezagas en 2006 –por debajo de la media total claramente en el caso de los hombres mayores (89,3%)– han pasado a situarse en las primeras posiciones, con un 121,8% en el caso de las mujeres y un 107,6% en el caso de los hombres. El contraste se hace especialmente significativo con los jóvenes de 16 a 29 años, que son los que han sufrido un mayor deterioro en su nivel de gasto y se sitúan apreciablemente por debajo de la media. Esta situación plantea no pocos interrogantes desde un punto de vista social y de equidad intergeneracional, máxime cuando los jóvenes están sufriendo de manera especial la lacra del desempleo, algunos se hallan fuertemente endeudados, se han elevado de manera sustancial los costes formativos que tienen que asumir y afrontan un futuro marcado por la incertidumbre acerca del sistema de pensiones.
Al analizar la distribución por partidas del gasto medio de los hogares cuyo sustentador principal es un jubilado o retirado (tabla 25) se obtiene una radiografía bastante precisa del impacto de la crisis en el consumo de este grupo de población. Entre 2006 y 2008, todas las partidas de gasto, salvo “Artículos de vestir y calzado”, “Enseñanza” (prácticamente testimonial) y “Transportes”, experimentaron notables aumentos, por encima del 10% en “Comunicaciones”, “Salud”, “Ocio, espectáculos y cultura” y, especialmente, “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles”, con un alza de casi el 20%. Entre 2008 y 2012, sin embargo, en la mitad de las doce partidas se observan descensos: “Alimentos y bebidas no alcohólicas” (–2,7%), “Hoteles, cafés y restaurantes” (–6%), “Transportes” (–10,4%), “Mobiliario, equipamiento del hogar y gastos corrientes de conservación de la vivienda” (–10,7%), “Ocio, espectáculos y cultura” (–12,8%) y “Artículos de vestir y calzado” (–26,5%). Por el contrario, siguieron aumentando de forma significativa en “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles” (10,3%) y en “Salud” (8,7%).
Estos datos reflejan que las personas mayores, al igual que el resto de la población, aunque probablemente con una intensidad menor, han reducido su consumo en los gastos no perentorios o no sujetos a tarifa regulada o cuasi regulada. Gastan menos en comida y el consumo en vestido y calzado se ha desplomado. Pero los gastos fijos de vivienda, luz, agua y gas no dejan de aumentar, en detrimento de otros gastos. También suben los destinados a salud, con un impacto evidente del copago farmacéutico. Estas dos partidas suponían ya en 2012 el 42% del gasto medio de los hogares cuyo sustentador principal era un jubilado o retirado, siete puntos más que en 2006 (34,9%).
Este creciente gasto “estructural” condiciona aún más la posibilidad de que el consumo de los mayores ayude a superar la crisis económica y de empleo que estamos padeciendo, ya que los gastos de “supervivencia” constituyen una parte cada vez mayor del presupuesto de las familias encabezadas por este tipo de personas.