Si se observan las percepciones medias por tramos de edad de las personas mayores de 60 años, se comienza a ver una ligera reducción de la brecha existente entre mujeres y hombres entre los pensionistas más jóvenes (tabla 12). Sin embargo, pese a las mayores tasas de ocupación femeninas que se han producido en las últimas décadas, sigue existiendo una diferencia de 35 puntos en el tramo de edad comprendido entre los 60 y los 64 años (en el que menos diferencia existe si se exceptúa como es lógico el grupo de 85 y más años).
Por otro lado, un desglose más detallado por tramos de cuantía permite analizar con mayor grado de detalle la distribución de las pensiones contributivas entre mujeres y hombres. Así, tal y como se observa en la tabla 13, las diferencias son especialmente significativas en los tramos de percepción más bajos y más altos. Un 15,6% de las mujeres pensionistas cobra menos de 500 euros–como ya se ha señalado, hay que tener en cuenta que el INE situaba el umbral de la pobreza en 7.355 euros para un hogar de una persona para 2012, es decir unos ingresos mensuales inferiores a 620 euros–, frente al 8,7% de los hombres.
Hay que llamar la atención sobre el amplio porcentaje de pensionistas con percepciones por debajo de los 1.000 euros. El 66,1% es submileurista (79,9% en el caso de las mujeres y 55,3% en el de los hombres). En este sentido, y a modo orientativo, es interesante conocer los datos que ofrece la Encuesta de Estructura Salarial del INE (2010), que sitúa el salario bruto medio anual en España en 22.790,20 euros (unos 1.350 euros netos mensuales), aunque la moda (el salario más habitual o frecuente) sólo alcanzaba los 16.490 euros. Es importante resaltar las diferencias en el salario neto mensual de los hombres, que se situaría en torno a los 1.489 euros, frente al de las mujeres, que rondaría los 1.190 euros).
Por el contrario, las cuantías más elevadas (por encima de los 1.500 euros) las cobran mayoritariamente los hombres: un 23,4% superan los 1.500 euros, frente a tan sólo el 6,9% de las mujeres. Además, un 4% de los hombres percibe pensiones por encima de los 2.548 euros, porcentaje que desciende al 0,9% en el caso de las mujeres.
Además de estas diferencias en cuanto a clase y cuantía en las prestaciones, el sistema de pensiones español penaliza especialmente los trabajos a tiempo parcial, mayoritariamente realizados por mujeres (según los datos de la EPA para el cuarto trimestre de 2012, el 76% de las personas ocupadas con contratos a tiempo parcial eran mujeres), hasta tal punto que prácticamente imposibilita que quienes hayan desarrollado su carrera laboral mayoritariamente o totalmente a tiempo parcial tengan opción a recibir una pensión contributiva.
En este sentido, el propio Tribunal de Justicia Europeo ha sentenciado que el sistema de pensiones español no atiende al principio de “Igualdad de trato entre trabajadores y trabajadoras”, recogido en el artículo 4 de la Directiva 79/7/CEE del Consejo, de 19 de diciembre de 1978, relativa a la aplicación progresiva del principio de la igualdad de trato entre hombres y mujeres en materia de seguridad social.
Dicha sentencia entiende como discriminación indirecta por razón de sexo la exigencia a las personas que trabajan a tiempo parcial de un período de cotización proporcionalmente mayor al de aquellas que lo hacen a tiempo completo (al calcular las horas efectivamente trabajadas y traducirlas en días) para acceder, en su caso, a una pensión de jubilación contributiva con una cuantía proporcionalmente reducida a la parcialidad de su jornada.
Por tanto, en este contexto, y vistos los datos actuales que muestran una clara distribución desigual respecto a la cuantía y la clase de prestación entre las mujeres y los hombres, la pregunta que cabe plantearse es qué repercusión, desde un punto de vista de género, está teniendo y tendrá en el futuro la crisis económica.