En las últimas décadas, las mujeres españolas han visto como algunas de las brechas más significativas en relación con su posición en la sociedad se han reducido. Con velocidades dispares, los indicadores de participación en el sistema educativo, en el mercado de trabajo y, en menor medida, en los ámbitos de poder y en la toma de decisiones venían mejorando continuadamente desde la década de los años noventa. En el ámbito laboral, por ejemplo, el aumento en la tasa de participación, aunque aún inferior a las de otros países de nuestro entorno y a la de los hombres de nuestro país, no tiene muchos precedentes si atendemos al corto intervalo temporal en el que se ha producido.
En el escenario descrito irrumpe, a finales del año 2008, la crisis económica. Una crisis que en aquellas fechas no se preveía tan profunda como finalmente está resultando y que, en los cuatro años y medio trascurridos desde entonces, ha ido socavando los pilares en los que se había apoyado el largo período de expansión económica precedente. La crisis económica, que inicialmente estuvo muy centrada en la construcción y en los sectores industriales vinculados, es actualmente una crisis generalizada. Las denominadas políticas de austeridad han deprimido la demanda interna, sobre la que descansaba principalmente el modelo de crecimiento vigente. El desempleo alcanza cifras récord en cada nueva medición y el contexto de incertidumbre económica se ha visto acompañado, especialmente en el último año, de otros elementos que trascienden el ámbito económico y que han agudizado el ya de por sí difícil escenario social.
En la sucesión de acontecimientos y medidas adoptadas en los últimos cuatro años, ¿qué ha sido de las dinámicas de avance que se observaban en algunos ámbitos en el caso de lasmujeres españolas? La crisis, ¿está frenando e incluso revirtiendo las tendencias o, por el contrario, éstas son fruto de cambios estructurales de orden social y cultural más fuertes que la propia crisis? ¿Qué medidas o políticas vinculadas a la crisis actual están incidiendo de forma más negativa sobre la situación de las mujeres españolas? ¿Qué perspectivas hay a medio y largo plazo?
Los avances más notables de las mujeres españolas en la década anterior a la crisis (1997-2007) se estaban produciendo en el mercado de trabajo. El Informe España ha recogido muchos de ellos y no se pretende aquí volver a su análisis, pero de forma resumida sí cabe señalar que quizás el proceso con mayor capacidad de transformación social y de cambio para las propias mujeres ha sido su decisión generalizada de participación en el mercado de trabajo. El aumento continuado de la tasa de actividad femenina es el reflejo de un cambio estructural que, como se verá más adelante, la crisis no ha logrado frenar. Esta decisión no ha sido ajena al aumento sostenido del nivel educativo de las mujeres españolas. De hecho, éste es el elemento transversal clave, el factor sin el cual no se puede comprender adecuadamente ni la posición de las mujeres en el mercado de trabajo español ni los efectos diferenciales que la crisis ha tenido sobre dicha posición ni posiblemente las perspectivas de futuro.
El nivel educativo más alto de las mujeres españolas, junto con las mayores dificultades de acceso al empleo durante décadas (reflejadas en tasas de paro superiores), han sesgado la estructura educativa del empleo femenino hacia niveles medios y altos de cualificación (tabla 1). Las mujeres han ido ocupando puestos de media y alta cualificación en casi todo el tejido productivo, pero de manera muy especial en algunos sectores, como la sanidad o la educación, altamente feminizados y en los que el sector público tiene un peso muy significativo.
Además, en los primeros años de la crisis, la destrucción de empleo se centró en sectores con escasa participación femenina, por lo que, en el conjunto del período (2008-2012), las mujeres presentan mejores resultados que los hombres en casi todos los indicadores analizados. El diferencial educativo y su posición sectorial han actuado como paraguas, especialmente para el empleo femenino cualificado, hasta el año 2012. Sin embargo, en este año, las medidas de austeridad se centran en los servicios de bienestar (sanidad, educación y servicios sociales) y ahora el impacto negativo sobre las mujeres está siendo más visible y por partida doble, ya que, por un lado, la destrucción de empleo en estas actividades les afecta de manera particular; pero, además, una adecuada provisión de estos servicios es determinante en los niveles de participación laboral, económica y social de lasmujeres.
Sin embargo, en otros ámbitos diferentes al laboral, los avances están siendo más costosos y se han demostrado también menos sólidos, como muestra el empeoramiento de ciertos indicadores en los dos últimos años.
El acceso de las mujeres a las instancias donde se toman las decisiones (alta dirección de las empresas, poder judicial, político, altos cargos de la Administración, etc.) sigue estando caracterizado por una clara infrarrepresentación de éstas y no responde ni al marco normativo vigente ni a la presencia y participación de las mujeres en otros ámbitos de la sociedad. El denominado “techo de cristal” parece seguir actuando como freno ala igualdad en las esferas de poder.
Aún existe un gran desequilibrio en los puestos de poder político y, en general, en los relacionados con la toma de decisiones. Como se puede observar en la tabla 2, con excepción del ámbito judicial, las mujeres están todavía lejos de representar porcentajes cercanos a la paridad. En algunos casos ni siquiera llegan a alcanzar una masa crítica, como es el caso del porcentaje de mujeres en los consejos de dirección de las empresas del Ibex-35 o en los altos cargos de la Administración.
Además, si bien se puede observar una ligera reducción de las desigualdades entre 2004 y 2009 (período coincidente con el de expansión económica y, como se verá a continuación, con el mayor desarrollo de las políticas de igualdad), este avance, en líneas generales, se frena en 2011-2012, e incluso se aprecia un retroceso en el caso de la presencia de mujeres en los altos cargos de la Administración.