Espíritu emprendedor y tamaño de las empresas

Durante la época dorada de crecimiento que se prolongó entre 1999 y 2008, todos los segmentos de empresa clasificados por su dimensión crecieron en volumen y a unas tasas ciertamente importantes, aunque el estrato más dinámico fue el de las grandes compañías (864 más), cuyo número aumentó casi un 80%. En esta fase de fuerte crecimiento económico, las empresas con menor tasa de aumento fueron las que no tenían asalariados, cuya cantidad aún así se incrementó un 26,4%. De nuevo se observa que la mayor tasa de crecimiento promedio anual se produce en las grandes empresas, seguidas de las medianas y las microempresas, aunque en este período el aumento más débil se manifiesta en las empresas sin asalariados, así como en las pequeñas firmas. Este último grupo sólo aportó el 40,5% de las nuevas organizaciones productivas (significativamente por debajo de su peso poblacional), mientras que las grandes compañías incorporadas al tejido productivo fueron el 1% del total (doblando así la participación del grupo en las ya existentes).

El cambio cíclico de la economía española que se empezó a atisbar en 2008 cortó de raíz este tono positivo en la creación de empresas, originando la desaparición de oferta en casi todos los grupos por tamaño. En términos absolutos, el mayor descenso se produce en las microempresas, 176.629 menos, si bien sólo significaban el 12,1% de las existentes al principio del período. Esta sangría de empresas ha sido singularmente virulenta en el caso de las pequeñas y medianas empresas, que hasta 2012 habían perdido 49.895 y 6.466 integrantes, respectivamente, lo que supone el 29% y 22,4% de su total en 2008. La masa de grandes empresas sólo se ha contraído en un 12,5% (245 menos). Este amargo cambio de la evolución del tejido productivo tiene una optimista excepción entre las empresas sin asalariados, que han aumentado en volumen durante estos cinco años de crisis (10.613 autoempleados más). Si bien la cifra no es alta en términos porcentuales (0,6%), da fe de una transformación en los planteamientos laborales de los españoles ante el cambio de ciclo económico. Por tanto, en la fase de crisis, el mayor espíritu emprendedor se observa en los dos grupos más diferenciados: empresas sin asalariados y grandes compañías. Las primeras porque incluso han aumentado en número y las segundas porque su ritmo destructivo ha sido menor al del resto. Esta tendencia es aún más visible en 2011. En este ejercicio, el mejor comportamiento emprendedor se visualiza en la gran empresa, especialmente en las que alcanzan o superan los 1.000 empleados, que han aumentado un 4,5% en términos interanuales; el autoempleo mantiene su crecimiento (1,2%); el resto de estratos sigue en contracción. Sin embargo, en 2012 dicha pulsión se ha roto y el número de empresas sin asalariados ha disminuido de manera significativa (30.334, un descenso del 1,69%), lo que revela que la persistencia de la recesión ha yugulado finalmente las posibilidades de autoempleo.

Gráfico 4 – Evolución del número de empresas por estrato de asalariados. En porcentaje. 1999-2012

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Fuente: Elaboración Fundación Encuentro a partir de INE, Directorio central de empresas, varios años.

La dinámica de la población empresarial española sigue un patrón bien definido (gráfico 4). En general, el comportamiento emprendedor español descansa en términos absolutos en las empresas de autoempleo y microempresa, pero en términos relativos el crecimiento más rápido se produce en las grandes compañías con una plantilla de 1.000 o másasalariados. En sentido contrario, el colectivo que parece encontrar más barreras para crecer son las pequeñas empresas entre 10 y 49 asalariados. Esta pauta en la demografía empresarial de España se ve alterada cuando se introduce en el análisis el ciclo económico. Así, cuando la economía crece y hay oportunidades de empleo ajeno, el aumento del autoempleo es menor y el crecimiento relativo se incrementa con la dimensión, siendo más acentuado en las medianas y grandes empresas. Al declinar la demanda laboral por la recesión, los incentivos para crear nuevos negocios sin plantilla asalariada vuelven a significarse por sus efectos en el aumento de este tipo de organizaciones, hasta el punto de ser las únicas que desde el inicio de la crisis han visto su presencia absoluta acrecentada, si bien el comportamiento de las microempresas y sobre todo de las grandes empresas vuelve a ser interesante, manifestando una capacidad de resistir los problemas de la crisis muy superior a la de las pequeñas y medianas compañías.

Los datos aportan una nueva luz sobre el discurso tradicional que siempre ensalza el espíritu emprendedor asociado a una dimensión reducida. Como se observa en el gráfico 5, las organizaciones con una mayor tasa de crecimiento durante el período 1999-2012 son las grandes empresas con 1.000 o más trabajadores. El peor comportamiento se aprecia en las pequeñas empresas. Las organizaciones dominantes en el tejido productivo español, autoempleo y microempresas, se sitúan en una zona intermedia no demasiado alejada de la media total.

Gráfico 5 – Evolución del número de empresas según estrato de asalariados. En porcentaje. 1999-2012

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Nota: El tamaño de la burbuja representa el porcentaje del cambio en el total de empresas acaecido durante el período que se debe a cada segmento de tamaño. (1) Las categorías aparecen en el gráfico aunque su porcentaje de variación debido a cada estrato es negativo.
Fuente: Elaboración Fundación Encuentro a partir de INE, Directorio central de empresas, varios años.

Los diferenciales en las tasas de crecimiento del número de empresas en los distintos ciclos explican los cambios en el peso relativo de cada segmento. Gracias a su mayor dinamismo, las empresas sin asalariados y las grandes compañías han mantenido sin problemas su cuota poblacional, e incluso la han aumentado ligeramente en el último grupo. El autoempleo perdió peso durante el ciclo económico ascendente, pero tocó fondo a las puertas de la crisis (2006), reiniciando desde entonces una senda alcista hasta recuperar las posiciones de finales de siglo, rompiendo esta tendencia en 2012.

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