La demografía de empresas de un país ejerce un papel determinante en el crecimiento económico, la generación de empleo y, en definitiva, en la productividad. El examen de lademografía de empresas incluye analizar el número total de empresas, la tasa de nacimiento de nuevas empresas y la tasa de mortalidad de las mismas. También exige observar la creación de empleo asociada a las empresas de cada segmento de tamaño.
En relación con el número total de empresas en España, el Directorio central de empresas (DIRCE) del INE registra un total de 3.199.617 en 2012. Las empresas sin asalariados suponen el 55,2% (1.764.987) y las microempresas (de 1 a 9 asalariados) suman un 40,3% (1.288.390). Es decir, las empresas con menos de 10 personas ocupadas representan el 95,5% del sistema productivo. Las pequeñas empresas (entre 10 y 49 asalariados) son 122.183 firmas, equivalentes al 3,8% del total. Los porcentajes de las medianas (de 50 a 499) y grandes compañías (500 o más) son casi insignificantes: las primeras suponen un 0,7% (22.348) y las segundas apenas suman 1.709, un 0,05%.
Estos datos evidencian que las empresas cuyo único ocupado es el propietario y las que tienen una plantilla que no alcanza la decena de asalariados suponen una fuerza decisiva para la economía española, sin cuyo concurso la salida de la crisis se antoja complicada. Esta distribución apenas se ha modificado en el período 1999-2012 si se atiende al año de inicio y fin del horizonte temporal. Sin embargo, esta homogeneidad no es tal cuando se observa toda la serie temporal, pues ha cambiado tanto el total de unidades económicas registradas como el peso de los distintos grupos por tamaño.
El análisis dinámico constata un importante crecimiento del total de empresas españolas, que entre 1999 y 2012 han pasado de 2.518.801 a 3.199.617 en el último año del período. Este crecimiento de 680.816 empresas en la oferta productiva nacional equivale a un 27% en términos relativos y a una tasa promedio anual del 2,2%. Sin embargo, este incremento no ha sido homogéneo durante todo el horizonte temporal ni tampoco cuando el número de empresas se segmenta por tamaño.
El análisis desglosado por años distingue dos ciclos bien distintos, cuyo linde es 2008, que señala el momento en el que la crisis económica internacional alcanza de pleno a España. En ese ejercicio, el tejido empresarial español alcanzó su cénit, cifrado en 3.422.239 empresas. Entre 1999 y 2008, el número de unidades productivas aumentó en España en 903.438 (35,9%), lo que equivale a un crecimiento promedio anual del 3,6%. Desde este máximo, la senda descendente ha sido intensa y rápida. Sólo en cinco años, la economía española ha sufrido la pérdida de 222.622 empresas (un 6,5%), una tasa media anual del 1,7%, con 50.959 menos en el último año computado.
El estudio es igualmente asimétrico cuando se refiere a las empresas según su dimensión. Durante el período 1999-2012, el mayor incremento en términos absolutos se produce lógicamente en las empresas sin asalariados (376.871) y en las microempresas que se incrementaron en 302.771, mientras que las grandes compañías con 500 o más asalariados sólo crecieron en 619. Por esto, el 55,4% del cambio en la demografía empresarial debe atribuirse a las firmas sin asalariados y otro 32,1% a las microempresas. Sin embargo, en términos relativos, el crecimiento más intenso se produjo en las grandes empresas (un 56,8%), especialmente en los estratos de entre 1.000 y 4.999 asalariados y de 5.000 o más, que aumentaron un 84,8% y un 61,5% respectivamente, frente al 27,1% de las empresas sin asalariados y al 30,7% de las microempresas. Las medianas compañías también han incrementado su presencia nacional, que en términos absolutos fue de 3.434 unidades, pero en términos relativos a menor intensidad (18,2%). El segmento con una evolución menos favorable ha sido el de las pequeñas empresas entre 10 y 49 asalariados, cuyo número descendió en 2.879 (–2,3%). Esta asimetría en los ritmos de crecimiento es palmaria cuando se observa la tasa promedio anual de cada grupo, que es significativamente mayor en todos los estratos de las grandes compañías, mientras que el menor ritmo emprendedor vuelve a concentrarse en las pequeñas y medianas organizaciones.
Luego, el mayor esfuerzo emprendedor en España entre 1999 y 2012, en términos relativos, cabe imputárselo a las grandes empresas, que pese a suponer sólo el 0,05% de la población, han contribuido a un 0,09% de su aumento. No obstante, un análisis temporal más desagregado vuelve a revelar patrones distintos en la evolución de la población empresarial española.