La Comisión Europea encarga en 2009 un estudio “pareado” de EE.UU. y Reino Unido, un diseño muy potente para estimar impactos en salud. La mortalidad estimada en el período 1970-2005 (gráfico 13) a partir de sus tres causas clave (desempleo, tabaco y gasto sanitario) coincide con la registrada. Desempleo y tabaco son más altos en Reino Unido y el gasto es siete puntos del PIB mayor en EE.UU.; a pesar de ello, las mejoras en salud son algo mayores en Reino Unido. La pauta del gasto es procíclica en EE.UU. (gráfico 14) –y en España–, a pesar de la evidencia favorable a aumentar el gasto social (y los impuestos) en las crisis, como hacen la UE-15 y Canadá (gráfico 14), ambos con mejores resultados en salud y gasto sanitario que EE.UU.
Gráfico 13 – Evolución de la mortalidad y del gasto sanitario en Reino Unido y EE.UU. 1970-2005
Fuente: Brenner, H. (2009): Explaining aggregate health status (mortality). Insights to the possible impact of the economic crisis, Report for the European Commission.
Gráfico 14 – Gasto sanitario (procíclico y contracíclico) en EE.UU. y Canadá.1980-2008
Fuente: McKee, M. (2010): Health in time of financial crisis. London School of Hygiene and Tropical Medicine.
El gráfico 15 muestra que el descenso en años de vida perdidos en el período 1970-2009 es menor en EE.UU., a pesar de que el gasto sanitario es casi el doble. España, con un gasto similar a Reino Unido, obtiene resultados algo mejores. La desigualdad de renta, que disminuye en España y aumenta en Reino Unido durante esos años, podría explicar plausiblemente estos mejores resultados en salud.
Gráfico 15 – Reducción de años potenciales de vida perdidos por cada 100.000 habitantes en el período 1970-2009 en países de la OCDE
(1) Los datos de España son de 1971. (2) Los datos de Canadá son de 2004; los de Bélgica de 2005; los Australia, Dinamarca y Rusia de 2006; los de Suiza, Italia, Nueva Zelanda, Chile, Estados Unidos y México son de 2007; los de Suecia, Luxemburgo, Israel, España, Francia y Polonia son de 2008.
Fuente: OCDE, Health Data 2011.
De hecho, los casos de Finlandia y de los países de Europa del Este subrayan que los sistemas sanitarios públicos universales de gasto medio-bajo pueden no ser suficientes para neutralizar el impacto adverso de la alta desigualdad de renta, que en la mayor parte del mundo (y en especial en la UE) aumenta en las últimas décadas y converge, por ello, hacia los muy desiguales EE.UU. post-Reagan. Los peores resultados en salud de EE.UU., dado su alto gasto sanitario privado y la baja cobertura de su gasto social con respecto a Europa occidental, refuerzan la conclusión preliminar de que las graves secuelas en salud de la desigualdad y el débil bienestar no parecen poder paliarse ni tan siquiera mediante un gasto sanitario total que dobla el europeo.