Tradicionalmente se han diferenciado tres principales modelos de integración de los inmigrantes, que han sido ampliamente analizados y debatidos en el ámbito académico y político. Dichos modelos remiten al marco normativo y a las políticas adoptadas por los Gobiernos para responder al desafío de la gestión de la diversidad, que nace como consecuencia de las migraciones internacionales. Estos tres modelos son:
1. El modelo multicultural, que basa la integración en el respeto y la garantía de la diversidad cultural. Los inmigrantes, sin tener que renunciar a su identidad y diversidad cultural, son beneficiarios de los mismos derechos y libertades que los ciudadanos del país de acogida. Protección de la identidad y de la diversidad e igualdad y su plena participación son los principios esenciales de este modelo. Holanda y Suecia son algunos de los países europeos que han adoptado este modelo multicultural.
2. El modelo de asimilación, que defiende la idea de la integración por identificación con el ideal republicano, en otras palabras, de una ciudadanía idéntica para todos. Reconoce la igualdad de todos en el espacio público, sin que las diferencias que pueden distinguir a unos de otros importen fuera de la vida privada. De esta manera, este modelo busca la asimilación completa del inmigrante a los valores nacionales que son definidos como dominantes. Se le exige a éste su adaptación e incorporación en la sociedad de acogida, renunciando a su identidad étnica, lingüística y cultural. La garantía de la identidad y diversidad cultural del inmigrante no son defendidas y llevadas al ámbito privado. El ejemplo clásico al referirse a este modelo es Francia.
3. El tercer modelo se ha asociado a la exclusión o separación. Está basado en un marco normativo restrictivo de inmigración que se caracteriza por la rigidez en aspectos esenciales: residencia, reagrupación familiar, participación política, acceso a la nacionalidad, etc. Los gobiernos que adoptan este modelo suelen concebir la inmigración como un fenómeno temporal, por lo que se sienten motivados a adoptar medidas restrictivas que pueden condicionar o dificultar la integración de los inmigrantes en la sociedad de acogida, y en especial su participación cívica y política. Los países que han adoptado este modelo son Alemania, Austria y Bélgica.
Cabe subrayar que, si bien estos modelos han sido ampliamente debatidos en el ámbito académico y político, es difícil sostener que existen como tales, ya que los Estados han adoptado características de uno y otro modelo, dificultando la identificación propia con un modelo específico. Además, hay que tener en cuenta los cambios constantes que las políticas de integración experimentan a lo largo del tiempo.