En el capítulo sobre estratificación social del Informe España 2011 de la Fundación Encuentro pretendemos presentar a los lectores un análisis riguroso pero accesible de los cambios más relevantes que ha experimentado la estructura de clases en la España de los últimos veinticinco años. Nuestro objetivo en este capítulo es doble. En primer lugar, nos proponemos hacer acopio de los datos pertinentes para describir los perfiles fundamentales de la estructura de clases del país: qué clases la componen y qué tamaño tienen, básicamente. En segundo lugar, daremos un paso más para aproximarnos a una sucinta explicación de la distribución actual de esa estructura: mostraremos cómo el proceso de desarrollo económico y modernización social que ha experimentado España en estos últimos años ha impulsado cambios en la estructura sectorial de la economía española, en el mercado de trabajo y en la distribución ocupacional que, a su vez, han transformado la estructura de clases. Para ello nos serviremos de un concepto moderno de la clase social —la llamada clasificación socio-económica europea (ESEC)— que responde a criterios rigurosos de validez y ha obtenido un amplio respaldo internacional.
Las clases sociales en España hoy
Dada su importancia en los debates sobre la transformación de la estructura social de las sociedades avanzadas, prestaremos una particular atención a la evolución y a la situación actual de las clases medias. Se trata de un segmento social que, en principio, se supone que está destinado a crecer y ampliarse con el desarrollo económico y la modernización social. Como es obvio, los procesos continuados de crecimiento económico y los cambios en la estructura ocupacional que los hacen posibles y los impulsan son fundamentales para entender la condición de las clases medias en los países desarrollados. En nuestro capítulo, el estudio de la composición de las clases medias servirá de prólogo a un análisis de algunas de las dimensiones básicas de sus condiciones de vida, incluyendo las formas de familia, el tipo y la cantidad de recursos materiales de que disponen y las pautas de consumo que son características de estos estratos sociales.
Un aspecto insoslayable del cambio en la estructura social española es el impacto que en ella ha tenido la reciente oleada migratoria que ha llegado a nuestro país en la primera década del siglo XXI. Como es bien sabido, entre 1998 y 2009 se han establecido en España no menos de cinco millones de inmigrantes procedentes de diversas regiones y países del mundo como África, América Latina y Europa del Este. En unos pocos años, España ha dejado de ser un país con escasa presencia de inmigrantes para convertirse en otro, muy distinto, con una de las tasas de población inmigrante más altas de Europa. La inmensa mayoría, por no decir que la casi totalidad, de los inmigrantes llegados desde esas regiones son inmigrantes económicos, esto es, trabajadores impulsados por la intención de conseguir en España empleos, condiciones de vida y oportunidades de promoción social mucho mejores que las que dejan en sus países de origen. No es menos sabido que esos inmigrantes económicos se concentran en trabajos de baja cualificación en la agricultura, la construcción y el sector de los servicios. Esa masiva afluencia de inmigrantes económicos por fuerza ha tenido que implicar una alteración de la estructura de clases que conviene analizar con atención. Aunque es muy posible que a día de hoy la fase expansiva del reciente ciclo migratorio español esté agotada a causa de la crisis económica, creemos que es obligado incorporar a nuestro análisis el impacto de la inmigración en la estructura de clases española como una pieza separada de nuestra contribución. Nos proponemos hacerlo, primero, precisando la clase social de los inmigrantes y, segundo, perfilando los efectos de su incorporación a la estructura social.
Finalmente, dedicaremos el último bloque del capítulo a situar el caso español en el contexto de otros modelos de estratificación social del mundo y, en particular, de Europa. En la literatura comparada aparecen varios modelos de estructura social a los que normalmente se asocian distintos países. Nuestro propósito en esta última parte es comprobar en qué nos parecemos a otros modelos europeos occidentales y en qué nos diferenciamos de ellos. En el área europea se suele hablar, por ejemplo, de los modelos nórdico, anglosajón y continental; dentro de este último tipo se distingue a veces la existencia de un modelo mediterráneo con características propias que agruparía a los países del sur de Europa. El examen comparado de las peculiaridades del caso español permitirá determinar hasta qué punto se ajusta a alguno de los modelos existentes.