El mundo emocional, la neblina con la que percibo el mundo
Si algo nos ha traído el covid 19 es el pasaje a un viaje emocional, en muchos casos, intenso y cambiante.
El mundo emocional, cada vez es menos ajeno a nosotros, ya los niños desde preescolar pintan el monstruo de las emociones, la educación emocional ha avanzado, hablamos mucho de ellas, hay infinidad de artículos, incluso sabemos identificarlas, pero ¿sabemos sentirlas y vivirlas?, ¿cómo me afectan? ¿cómo las manejo cuando se intensifican?
Las emociones pertenecen al mundo natural de la interioridad humana, sin embargo, convivir con emociones intensas nos produce mucho rechazo y nos pueden traer graves consecuencias. No es cuestión de dar permiso a que broten libremente, requerimos de un aprendizaje experiencial que nos permita aprender a canalizar la distinta intensidad emocional, para no dañar a los demás ni lastimarnos a nosotros mismos.
“Antes de tirar el vaso, tendremos que pensar si podremos recoger el agua derramada”
Cuando el oleaje susurra suave entre mente y emoción nos hace profundamente humanos, sin embargo, cuando las emociones se disparan y perdemos el control sobre ellas, nos vamos hacia el mundo salvaje.
Todos buscamos equilibrio y ecuanimidad, la salud nos hace permeables a sentir y vivir emociones. Algunas personas se dañan generando defensas emocionales, el cuerpo se tensa, se desconecta o se anestesia, porque sentir a veces implica descolocarnos, experimentar sentimientos difíciles de manejar y sacarnos de nuestros lugares de bienestar.
En el otro lado de la balanza, estarían aquellas personas que sienten mucho, viven las emociones intensamente y la vida es como una montaña rusa. En este momento vital de crisis, podrían estar más desreguladas por la intensidad de los acontecimientos.
Las emociones, son emociones; parece una obviedad, pero en muchos casos creemos que las emociones son lugares de realidad, y lejos de esto, las emociones emergen, brotan y las sentimos… a veces con un oleaje móvil y suave, a veces como un tsunami… y como dice el dicho,” a más emoción, menos razón”.
Las emociones que sentimos en gran parte vienen dadas por nuestro bagaje experiencial, a veces, no pertenecen a la situación que vivimos, se hacen realidad en mí, generalmente a través de una manifestación corporal. Si las observamos, tienen cualidades energéticas, de expansión o de retracción. Las expansivas, serían la alegría y la rabia, frente al miedo y la tristeza, que nos retraen dentro de nosotros mismos.
¿Qué hacer con lo que siento? Conciencia emocional y toma de decisiones
Vivirlas, identificarlas y permitir que busquen un canal de expresión, en uno mismo o fuera de nosotros, en un marco de conexión con la realidad.
Podemos hacernos tres preguntas para entrenar esta conciencia emocional:
- ¿Dónde siento esta emoción?
- ¿Qué es lo que siento?
- ¿Cómo me hace sentir?
Cuando hay mucha emoción, hay que tomar el tiempo y espacio para que vuelvan a su cauce, no las debemos intensificar ni reprimir, pero el reposo nos va a facilitar que sean lo más genuinas posibles. Por eso ante una toma de decisión, que implique una agitación emocional, necesitaremos tener mayor ecuanimidad para sostenernos corporalmente ante la situación. Cuando el cuerpo se expande y se sienta en plenitud, este sería el camino óptimo para nosotros, porque hay congruencia en nuestro cuerpo, mente y mundo emocional.
La tormenta emocional
Es muy difícil encontrar estabilidad en una situación de desbordamiento., especialmente, ante las emociones más fuertes de ira, cólera, rabia o incluso furia. Nos inundan los impulsos, la respiración se altera, el ritmo cardíaco, los músculos… el cuerpo se pone en alerta, provocando ganas de pasar a una acción física, según la intensidad a una acción destructiva.
Un trabajo con uno mismo de indagación personal, buscando las causas que han provocado el desajuste psico emocional, poder entrar en las profundidades de lo que sucede, nos puede armonizar y regular. Podemos necesitar la ayuda de un profesional que me acompañe a canalizar, o incluso descargar, en un ambiente de seguridad la expresión de nuestro yo más profundo.
Nuestra capacidad emocional de expresarlas o inhibirlas, condiciona nuestro existir, ya que las emociones ocultas o inconscientes están siempre vivas y presentes en algún lugar de uno mismo. Cortar las vivencias de nuestro interior o expresividad, se manifestarán en el cuerpo a través de tensiones o enfermedad y condicionarán y empequeñecen nuestra oportunidad de vivir una vida en plenitud.
Si rehuimos, quedaremos anclados en la superficialidad. Tomar la vida y el sentir de lo vivido permite no quedarnos atascados visitando lugares de victimización o mercantilismo afectivo.Entrar en la oscuridad silenciosa, laberíntica de uno mismo, es dónde están las raíces y la fecundidad de nuestra existencia. Solo desde este lugar avanza y crece la madurez, afronta la crisis de la existencia, y la vida se torna auténtica y luminosa.
#comillas contigo #comillasnopara