Desde los albores del séptimo arte la literatura y el cine van de la mano. Ya en 1902, el pionero francés, George Méliès se inspira en las obras de Julio Verne y H.G. Wells para su célebre Le voyage dans la lune, lo que la convierte en una de las primeras películas basada en obras literarias.  Los montajes simples y de corta duración de los inicios van dejando paso a metrajes más largos y con mayor profundidad narrativa. The clansman de Thomas Dixon inspira a D. W. Griffith su obra maestra El nacimiento de una nación (1915), película rodada por el “padre del cine moderno” en un barrio de Los Ángeles llamado Hollywood. Pequeño lugar de la soleada California que había acogido en 1911 un primer estudio cinematográfico, seguido rápidamente por otros muchos.  Se iniciaba así la edad de oro del cine y Hollywood era su meca. Las adaptaciones se suceden, con películas tan destacadas como Tener y no tener (1944), dirigida por Howard Kawks y protagonizada por Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Basada en la novela homónima de Ernest Hemingway, cuenta con William Faulkner como guionista, dos Premios Nobel de la Literatura.

El desarrollo de la televisión, después de la Segunda Guerra Mundial, traerá cambios significativos a la industria del cine y de ahí al universo cinematográfico y televisivo actual, un largo viaje en el que la literatura se ha mantenido presente.

Literatura y cine están condenados a coexistir, fecundarse mutuamente, dialogar entre sí y entretejerse.

José Luis Sánchez Noriega

Aunque Stanley Kubrick afirmaba que “Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado”, la variada fortuna de las adaptaciones nos demuestra que llevar al celuloide imágenes literarias no es tarea fácil, por fortuna la historia del cine y de la televisión nos han dejado magníficas películas basadas en grandes obras literarias o en pequeños relatos. En la memoria de muchos de nosotros siguen presentes títulos como Orgullo y prejuicio de Jane Austen, Jane Eyre de Charlotte Brontë, Cuento de Navidad de Charles Dickens, Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, Cumbres borrascosas de Emily Brontë, Hamlet, Romeo y Julieta de William Shakespeare, Mujercitas de Louisa May Alcott, Los tres mosqueteros de Alexandre Dumas, Las aventuras de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle , Drácula de Bram Stoker, Frankenstein de Mary Shelley… la lista puede ser interminable. Títulos a los que podríamos dar el calificativo de “libros de película”, por el número de veces que han sido llevados al cine o a la televisión. Obras que bien valen un lectura o relectura y puedes descargarte desde el post Literatura clásica gratuita de ComillasContigo.

Los libros llevados al cine o a la televisión aumentan año tras año al sumarse títulos recientes, poco conocidos o bestsellers, que proporcionan a la película un aliciente comercial. Traducidas a más de treinta idiomas y record de ventas, Las crónicas de Narnia de C. S. Lewis (1898-1963) son un buen ejemplo. Del mismo autor Una pena en observación, publicado en 1963 puede considerarse también un “libro de película”. Sus adaptaciones a la televisión y al teatro inspiraron Tierras de penumbra (Shadowlands), dirigida en 1993 por Richard Attenborough, con Anthony Hopkins y Debra Winger como protagonistas.

C.S. Lewis nos relata en su obra el duelo por la pérdida de su esposa, la poetisa Joy Gresham. Lo publicó en 1961 con el seudónimo N.W. Clerk con la finalidad de ayudar a otros en sus mismas circunstancias. En estos momentos tan difíciles compartimos los buenos deseos del autor.

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