“¡Eso sí que es tener huevos!”

Desde los primeros años de Daniela, tuve la certeza de que era alguien muy especial, pero la ignorancia me hizo pensar que tenía un niño homosexual, no viendo más allá. Algo a lo que no dimos mayor importancia y en casa siempre respetamos sus gustos y preferencias en lo relacionado con juguetes, actividades, etc. Era una personita tímida y reservada, pero feliz. Fue a los 12 años cuando Daniela comenzó a mostrarse más aislada, bajar en los estudios y mostrar signos de que algo no iba bien. Y no fue hasta los 14, cuando me contó que siempre se había sentido una niña… La abracé y aseguré que mi único deseo era que fuera feliz y siempre estaría a su lado.

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[fa type=»file-text»]  Fuente: El País

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