«Los ancianos homosexuales tienen el doble de posibilidades de vivir solos, muchos carecen de recursos y familia y sienten el dolor pasado de crisis como la del VIH.
El año y medio de pandemia de coronavirus que arrastra el mundo no ha dejado un rincón sin golpear. No ha habido fronteras ni colores ni idiomas que diferenciasen a los enfermos. La protección con la vacuna es otro cantar. La ola ha arrastrado al mundo de una forma desconocida y, obviamente, también ha llegado a la comunidad LGTBI y, sobre todo, a sus mayores. La desprotección, la soledad y el aislamiento de los ancianos han sido aterradores y esas sensaciones se multiplican en un colectivo históricamente olvidado y con menos amarres sociales.»
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