«Entender cómo funcionan estas plataforms y reducir la brecha digital es la única forma de que los progenitores puedan acompañar a niños y adolescentes.
En bucle, de la ‘historia’ o del ‘reel’ que ha colgado su amigo en Instagram, al vídeo del ‘influencer’ de turno en TikTok, para luego volver a engancharse al ’stream’ en Twitch y por el camino consultar si hay algún mensaje de sus padres en WhatsApp. Esto, que a muchos adultos les puede sonar a chino, es el patrón de uso de numerosos adolescentes, incapaces de levantar la vista del móvil ni cuando caminan por la calle o están disfrutando de un rato de ocio en grupo. Su cerebro, explica la psicóloga de la clínica López Ibor, Ane Birumbrales, «está todavía en desarrollo».»
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