Lo que era casi una demanda para conciliar se ha vuelto una amenaza. El teletrabajo irrumpió de golpe con el estado de alarma y pilló a la mayoría de empresas sin plan ni apenas tiempo para pensarlo. Seis meses después, Gobierno y agentes sociales acaban de acordar una ley para regularlo, pero el panorama ha cambiado: sin una fecha clara para el control de la pandemia, con miles de personas volviendo a sus puestos físicos de trabajo mientras otras lo siguen haciendo en casa, y un reparto de tareas de cuidados aún más desequilibrado, el teletrabajo amenaza con profundizar una brecha, la de género.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El Diario