Los padres y madres somos los faros que guiamos a los barcos llamados hijos e hijas. Queremos que nuestros marineros lleguen a buen puerto, y que el altamar no los maree ni les lleve por rumbos extraviados. Educar no es otra cosa que acompañarlos en el descubrimiento del mundo, pero, ¿qué sucede cuando los niños se dan de bruces con una sociedad desigual? ¿cómo preparar a los más peques para no empaparse con las tormentas del racismo, el machismo y el clasismo? Si aspiramos a construir un mundo más justo, educar en igualdad es la labor titánica obligatoria. Es una faena que requiere que la comunidad educativa y las familias soplen hacia la misma dirección.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País