Ken Loach: siempre hay alguien peor que tú

Ricky empieza a trabajar como repartidor de paquetes endeudándose hasta las cejas para comprarse una furgoneta. Su mujer, cuidadora a domicilio, apenas tiene tiempo de ver a sus hijos, pero nunca pierde la paciencia con sus desvalidos clientes. El hijo mayor prefiere hacer grafitis y meterse en líos que ir al instituto. La pequeña se comporta como una adulta a deshora.
Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»]  Fuente: La Razón
[fa type=»camera”]  Fuente de la imagen: La Razón [fa type=»external-link»]

Deja un comentario