Hace apenas dos décadas era algo impensable. El padre tenía apenas 48 horas libres por nacimiento de un hijo, utilizadas en exclusiva para solucionar el papeleo (la baja de la madre, el alta del bebé, el registro…). Tras esos dos días, a seguir trabajando, que para cuidar al bebé ya estaba la madre, esa mujer sobre la que el empresario de turno recelaba cuando no descartaba. Porque el hecho de ser madre implicaba (e implica) 16 semanas de baja (luego llegaron hasta dos de lactancia).Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: La Vanguardia