Zain cree que tiene doce años, pero no está del todo seguro. Sus padres tampoco lo saben a ciencia cierta. No tiene certificado de nacimiento. De hecho, no tiene nada más en esta vida que contemplar y padecer en su propia piel la miseria, el dolor y la desesperanza que se aferran con fuerza a su alrededor. Zain es uno de los miles de niños que crecen desamparados en las calles de Beirut, ciudad que la cineasta Nadine Labaki dibuja en Cafarnaúm como el epicentro de un lugar desgarrador, testigo directo de las condiciones infrahumanas en las que viven esos menores que en vez de acudir a la escuela y soñar con un futuro se ven despojados de toda esperanza, lanzados a trabajar desde muy temprana edad para llevarse algo de comida a la boca.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: La Vanguardia