Un hombre visiblemente cansado, tras un largo día de trabajo, llega a su casa, se despoja del maletín, se quita el abrigo y los zapatos, abre una cerveza, coge el periódico y se sienta en el sofá esperando que nadie le moleste hasta la hora de cenar. Paralelamente, su mujer intenta ocuparse silenciosamente de los niños, ayudándolos con las tareas del cole, haciendo la comida, pero, sobre todo, evitando que los pequeños molesten a su padre. Esto se debe al convencimiento heredado de la sociedad tradicional de que la responsabilidad del hogar recae sobre todo en la mujer. «Para poder llegar a una conciliación laboral real para las mujeres, es necesario que haya una corresponsabilidad real en el hogar», apunta Laura Baena, creadora del Club de Malasmadres, quien se ha propuesto que el hombre sentado en el sofá, ajeno a las necesidades del hogar, desaparezca. Y nazca un nuevo estereotipo masculino que cumpla al igual que la mujer con la vida familiar.
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