«Identificar los síntomas facilitará que la situación no se convierta en el algo más grave que ponga en peligro la vida del menor. El aislamiento o el uso compulsivo de internet y redes sociales favorecen el desarrollo de estos trastornos.
En 2013, la poeta colombiana Piedad Bonnett escribía en Lo que no tiene nombre: “La noticia de que se trató de un suicidio hace que muchos bajen la voz, como si estuvieran oyendo hablar de un delito o de un pecado”. El libro narra uno de los tabús más terribles, el del suicidio. Aunque su hijo Daniel llevaba tiempo en tratamiento psiquiátrico y hacía una vida normal, el sufrimiento le consumía por dentro, y fue ese dolor insoportable el que le llevó a arrojarse de la habitación de su piso de estudiante en Nueva York. Fue la literatura la que salvó a Piedad después de esto, porque encontró en la escritura, en ese libro, un motivo para vivir, una forma amable de transitar su duelo. “El dolor se apacigua al ser compartido con otros”, escribía también.»
Leer más [fa type=»long-arrow-right»]