«La pandemia ha digitalizado casi cualquier actividad cotidiana. Un cambio en los hábitos y costumbres que deja rezagada a la población de más edad.
Para Teresa Pérez, de 73 años, desenvolverse en el mundo digital se ha convertido en un reto. Empeño le pone. Ha pasado por cursos de formación. Ha cambiado su teléfono por uno moderno. Y nada. Cuando tiene algún problema, acude a la tienda donde compró el móvil o pregunta a algún amigo con más soltura. Que quiere inscribirse a actividades del Ayuntamiento que solo están en la web, más de lo mismo. Pide ayuda presencial a algún funcionario. “Como no tienes mucha idea, no toqueteas porque te da miedo. Por más que lo he intentado, no he sido capaz de aprender. No nos lo ponen sencillo a los mayores”, zanja.»
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