«Muchos integrantes de las pandillas han nacido en España, pero buscan en el grupo un sentimiento de pertenencia que no tienen en un sistema que les da la espalda.
Siete chicos que rondan los 20 años entran a la Audiencia Provincial de Madrid. Están acusados de matar a otro joven de 18 años. Tres de ellos vienen desde prisión, los otros, están en libertad. Son presuntos miembros de la banda Dominican Don’t Play. Algunos caminan serios, otros tienen una actitud más socarrona, hay uno que parece más preocupado. Casi todos miran con dureza. En el juicio por el asesinato de Miguel de Cárdenas Campoy, ocurrido en San Agustín de Guadalix de 2017, tres de los siete acusados eran españoles. Uno de ellos, incluso, de familia autóctona, sin ninguna relación con la inmigración. Este ejemplo responde a un perfil detectado cada vez con más recurrencia: en las denominadas bandas latinas, cada vez hay más miembros con DNI español.»
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