«Este método de crianza no es permisivo ni sobreprotege a nuestros hijos. Tampoco pretende que se conviertan en niños sumisos y obedientes. Su objetivo principal es que crezcan felices.
Recuerdo el día que me dijeron que estaba embarazada por primera vez, una mezcla de ilusión y miedo se apoderaron de mí. Recuerdo la primera vez que se cruzaron nuestras miradas y sentí que aquel bebé había llegado para hacerme ser mucho mejor persona. A medida que mi hijo iba creciendo, me di cuenta de que la maternidad es el único oficio del mundo en el que primero te otorgan el título y luego cursas la carrera. Una carrera de fondo llena de dudas, de errores y de miles de cosas por aprender.»
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País, de mamás y de papás