«Cuando tenía 11 años mi familia se mudó de Edimburgo a Sussex, en el sur de Inglaterra, y hubo un problema de integración inmediato en mi nuevo colegio público. Los niños en Escocia van un año más tarde al instituto, así que mis nuevos compañeros habían estudiado ya su primer idioma extranjero, el francés. Afortunadamente hubo solución: una tutora del colegio me dio clases de recuperación y rápidamente pude incorporarme a la clase.»
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