«Por primera vez en España las personas jóvenes tienen un futuro con menos oportunidades que las que tuvieron sus padres, pese a haber alcanzado mayores niveles de educación. El precario modelo de ocupación actual les impide alcanzar cierta estabilidad e influye en sus competencias profesionales.
Además, tienen dificultad para incorporarse al mercado laboral y, cuando lo hacen, se topan con contratos temporales, jornadas a tiempo parcial involuntarias, sobrecualificación y bajos salarios. La participación laboral de las personas jóvenes tiene consecuencias en sus condiciones de vida y en sus expectativas de desarrollo personal y familiar. Y también en la sociedad, puesto que son el principal activo para la necesaria renovación generacional de su capital humano y social.»
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