«Volver al colegio, ayudar a las familias más pobres, más políticas sociales y recogida exhaustiva de datos son propuestas de un grupo de expertos reunido por Unicef para frenar el aumento de la explotación laboral por la pandemia.
María, de 12 años, es una niña ugandesa que tritura piedra en una cantera de Uganda. Por este trabajo, que realiza siete horas, seis días a la semana, apenas gana 5.000 chelines por semana (1,39 dólares/1,16 euros). Y en ocasiones, puede que vuelva a casa con menos, ya que su sueldo depende de la satisfacción de su jefe, según haya picado o no a buen tamaño la roca. “Se sienten atrapados. Nos cuentan que necesitan el trabajo y el dinero, a pesar de que sea poco. Y en cualquier caso, siguen teniendo hambre, porque lo que ganan no es suficiente”, explica Jo Becker, directora de la división de Derechos del Niño de Human Rights Watch (HRW). El testimonio de esta pequeña está recogido en el informe Tengo que trabajar para comer, publicado el pasado 26 de mayo.»
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