«A un padre le preocupa que sus libros infantiles favoritos le prometan a su hija un vibrante mundo natural que ya no existirá..
Hace tiempo estaba en el cuarto que se convertiría en la habitación de mi primera hija, y me preguntaba qué contarle sobre nuestro mundo que está desapareciendo.
Gracias a la generosidad de familiares y amigos, una modesta biblioteca de libros infantiles llenaba nuestras estanterías, incluidos cuatro ejemplares de La oruga muy hambrienta y tres de Buenas noches, Luna. Como muchos padres primerizos, estábamos ansiosos para leerle a nuestra hija.»
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[fa type=»file-text»] Fuente: New York Times