«Entre un 20% y un 35% de los jóvenes sufre algún tipo de aflicción en esta etapa. Dejarles sin supervisión puede provocar que padezcan molestias crónicas de adultos.
Sufrir dolor crónico en la adolescencia es, más o menos, igual de desagradable que padecerlo en la edad adulta, pero bastante más frustrante. Quienes tenemos hijos en esas edades sabemos que es habitual oírles quejarse de las rodillas, la cabeza, los riñones o la zona abdominal. Igual de habitual es que nosotros les contestemos que son dolores normales relacionados con el crecimiento, la menstruación, o el estrés de los exámenes. Pues bien, los expertos alertan de que eso de quitarle importancia a su sufrimiento no siempre es la mejor opción.»
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