«El estudio de la OIT y Unicef, que se publica cada cuatro años, denuncia el aumento de menores de edad trabajando en el mundo y revela que la mitad de ellos tienen entre cinco y 11 años. La pandemia es otra amenaza para este “fracaso colectivo”.
Rolin Cristiano Aarón Caal Batz tiene apenas cinco años pero una cosa muy clara en la vida: quiere ser baterista. Agarra cualquier cacharro que su mamá, Daysi Oralia Batz Lem, le esconde y los sacude y apalea para hacer música. “Y sí suena bien, seño. Aunque no es una batería muy buena”, dice el pequeño a través de una videollamada. Para esta humilde familia guatemalteca, que ingresa poco más de 40 euros al mes, comprarle un instrumento a Rolin solo cabe en los sueños del niño, quien desde hace un año ni siquiera tiene tiempo para improvisar con los calderos. “Es mejor que ayude al papá”, explica con timidez la madre, de 24 años.»
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