«Las comunidades tienen que implicarse en la solución de la crisis en Ceuta.
Marruecos ha tenido que replegar velas en su intento de establecer un pulso con España y la Unión Europea. Tras dos días, tuvo que cerrar de nuevo el paso fronterizo con Ceuta y aceptar el regreso de la mayor parte de los casi 9.000 inmigrantes que habían entrado ilegalmente en la ciudad gracias a la pasividad de su policía. Aunque la crisis diplomática sigue abierta, la rápida y firme reacción tanto del Gobierno español como de la Unión Europea mostró desde el primer momento que el órdago era un error y estaba condenado al fracaso. Europa ha respaldado sin fisuras a España dejando claro que la frontera española es frontera europea.»
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