«Los dos años que Martial tardó en llegar de Camerún a España, sus padres estuvieron en vilo. Como ellos, cientos de familias esperan al otro lado del Mediterráneo una llamada con buenas noticias… o las peores.
Un día de enero de 2015, a la casa de Tsatia Thomas y Djoufack Elisabeth, en Douala (Camerún) llegó una llamada que les cambió la vida. «Soy Martial. Estoy en Níger». Hacía unos días que no veían al sexto de sus siete hijos, a pesar de que vivía en una habitación anexa a su casa. Pero no les había extrañado. Ya tenía 20 años, y en ocasiones le salía algún trabajillo como soldador o pintor.»
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[fa type=»file-text»] Fuente: Alfa y Omega