«Nuestro niño acaba de cumplir medio año y aún queda mucha gente para conocerlo, pero se trata del segundo, y como se parece a la mayor, ya queda convalidada la presentación anterior.
Es tradición que cuando tienes una criatura quieras presentarla al mundo. Y era tradición también que hordas de familiares, amigos y gente del trabajo se presentaran en tu habitación de hospital cuál asalto al Capitolio azuzado por Trump. Ya fuera por deseo propio o aceptando las presiones del “hay que quedar bien”, recibías a la gente justo cuando estabas sin energía y sin dormir, en tu peor estado físico y con las emociones a flor de piel. Quien no aceptaba visitas era tachado de insociable por sus amigos. “¿Qué esconden? ¿Es que les ha salido un niño feo?” Pero la pandemia no te deja elegir. Al hospital no se puede ir. Y, en casa, que se presenten solo los imprescindibles, poco rato y con toda la higiene posible.»
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