«El TDC puede llegar a perturbar la vida social y laboral de los afectados. Quien lo padece dedica gran cantidad de tiempo a pensar cómo ocultar imperfecciones reales o imaginadas. Los expertos señalan algunas dinámicas en redes sociales como potenciadores del trastorno.
Suele aparecer en la adolescencia, pero no de forma exclusiva. «Digamos que ese es el momento en el que las personas inician muchos de los contactos sociales que serán importantes en su vida y su imagen empieza a cobrar relevancia», explica a este medio Luis Antón, psicólogo del centro madrileño IPSIA Psicología. Define el trastorno dismórfico corporal –o TDC, en sus siglas– como «el conjunto de conductas en una persona que, de forma obsesiva, tiene una preocupación excesiva por lo que ella misma considera un defecto físico real o imaginado». En el caso de que sea un defecto real, continúa, «los diagnosticados de TDC lo viven y lo perciben exageradamente». Pero el problema, por supuesto, no termina ahí. En un artículo en la revista científica Nursing 2019, la profesora de enfermería en el Vermont Tech Amanda Perkins habla de la cantidad de tiempo que los afectados por el trastorno dedican a «la percepción de sus defectos y la manera de ocultarlos», unos pensamientos negativos que «pueden interferir en su calidad de vida y en la capacidad de llevar a cabo sus actividades cotidianas». En la misma línea, Antón apunta que ese estado de preocupación puede causar un deterioro en aspectos laborales y sociales.»
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