«Ante los exámenes, hay factores que potencian los nervios y la ansiedad, como que los padres tengan unas expectativas muy altas sobre el rendimiento de sus hijos.
El miedo ante los exámenes es inherente a los estudiantes. Pero no es lo mismo estar nervioso que ansioso. Los nervios podemos controlarlos, en mayor o menor medida, y realizar la tarea a la que nos enfrentamos, al contrario que cuando sufrimos un ataque de ansiedad y nos paralizan. Pero para realizar cualquier tarea necesitamos cierto nivel de activación. Ya en 1908 dos psicólogos proponían la ley de Yerkes-Dodson: el rendimiento es mínimo tanto si estamos demasiado activados como demasiado pasivos. El máximo rendimiento se consigue cuando nos mantenemos en un nivel medio de activación, ni tan nerviosos que rocemos la ansiedad, ni tan inactivos que no nos levantemos del sofá.»
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