«Seis consejos para que esta emoción no interfiera más de lo estrictamente necesario y en la relación con nuestros hijos en estos días de fatiga pandémica.
El sentimiento de culpa está estrechamente ligado a la maternidad y la paternidad. Sobre todo desde que internet facilitó el acceso a multitud de información sobre educación y crianza, facilitó la proliferación de gurús y pseudoexpertos en la materia y nos abrió ventanas a vidas familiares idílicas en las que todo es disciplina positiva, democracia participativa y entornos Montessori. Hoy todo nos genera culpa, porque tras cada grito, tras cada respuesta fuera de tono y tras cada mala vivencia que no conseguimos evitar a nuestros hijos adivinamos traumas, cerebros en construcción dañados, vínculos rotos, un desastre familiar impensable en la casa de la influencer de turno, donde todo es paz, sonrisas y tiempo de calidad.»
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