«Hay que tener presente que educar significa permitir que los niños evolucionen, dejando que tomen pequeñas decisiones aun a riesgo de cometer errores, según los expertos.
Los estilos educativos de los padres van a generar consecuencias en la capacidad para adaptarse social y emocionalmente de sus hijos. Estos estilos hay que entenderlos de forma flexible y adaptada a cada niño, ya que cada uno tiene unas características propias y personales. Cuando hablamos de normas y de reglas hablamos de límites, y los límites son necesarios porque dan seguridad al niño, le transmiten lo que se espera de él y cuando están bien puestos fomentan el autocontrol y la autorregulación. La psicóloga sanitaria y directora de la Clínica Uditán Margot Ripoll considera que en general no es el límite lo que se debe cuestionar, sino el cómo se pone y cómo se gestiona dado que tienen una relación directa con la sensación de pertenencia, autoestima y validez. “Al principio del desarrollo los límites van muy ligados a las rutinas y necesidades de los niños, pero a medida que se van haciendo mayores la cosa se complica más, aparecen emociones más evolucionadas y son fundamentales para el correcto desarrollo de la empatía, la tolerancia a la frustración y la autoestima”.»
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