«Reprender mirando a la pared es dañino. El menor sufre, tiene miedo, merma su autoestima y le hace desconfiar de su entorno.
Castigado mirando a la pared es un concepto que se ha modernizado y adaptado con la nueva denominación del rincón de pensar. Esta forma de reconducir el comportamiento del niño “se basa en el castigo negativo, ya que se elimina un estímulo positivo, como la atención de los adultos o una situación social agradable para el menor como, por ejemplo, el juego. Este método se continúa utilizando en la actualidad, aunque es cierto, que hay otras técnicas más eficaces y que no suponen la exclusión de situaciones sociales o el aislamiento del entorno”, explica Montserrat Díaz Rosell, psicóloga y neuropsicóloga del Centro Integral San Lorenzo de El Escorial, en Madrid. Las contraindicaciones de mandar a un niño a la esquina a pensar se deben a que “se produce una modificación del comportamiento, pero no de los valores, por lo que es difícil que se produzca un aprendizaje interiorizado. Así, la respuesta que se pretende obtener del menor se aprende como forma de evitar el castigo. Otra de las grandes desventajas de esta técnica es que el niño es condicionado a través del miedo y puede surgir temor hacia la persona que aplica el castigo y percibir que no es apreciado”, añade Díaz.»
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