«Aunque en ocasiones ni nos demos cuenta, las acciones que llevamos a cabo los adultos suelen ser examinadas al detalle por nuestros hijos. Posteriormente, ante situaciones similares, utilizan tales comportamientos como referencia y los imitan, un fenómeno que requiere nuestro esfuerzo por ser más ejemplares si cabe cuando nos observan. Si queremos, por tanto, combatir el racismo entre los niños, deberemos hacerlo desde posturas ejemplares en las que quede desterrado cualquier poso de discriminación hacia los que pertenecen a grupos étnicos diferentes.»
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País, sapos y princesas