«¿Se puede ser adolescente sin vivir las emociones a flor de piel? La adolescencia es una etapa explosiva en todos los sentidos en la que el cerebro de los más jóvenes experimenta cambios únicos que le preparan para convertirse en un adulto. En los últimos años, programas de educación emocional como INTEMO han demostrado con evidencias científicas que el aprendizaje de habilidades emocionales durante esta etapa pueden conseguir efectos muy positivos a medio y largo plazo en ámbitos tan diferentes como la salud mental, la agresividad o la empatía de los adolescentes. ¿Por qué entonces cuesta tanto convencer a los políticos y al sistema en general de que la inteligencia emocional debe convertirse en una asignatura tan imprescindible en las aulas como la lengua o las matemáticas?.»
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