Nau (nombre ficticio) chapotea con sus diminutas botas amarillas. Salta sobre todo los charcos que se han formado en la terraza de su nueva casa y se parte de risa con las salpicaduras. Al fondo, el océano agita la costa de la isla canaria de El Hierro en pleno temporal. El niño chapurrea algo ininteligible y saluda a la cámara. Marisa Febles, una auxiliar administrativa de 52 años, sostiene el móvil orgullosa. “Cuando llegó hace un par de meses no entendía nada, pero poco a poco ya repite palabras en castellano. Ahora dice ‘mami’ y me mira”, cuenta.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País