Yo quería retrasar el ingreso de mi primogénito en el turbio mundo del móvil hasta los 14 años. Sí, ya sé, es un delirio, como cuando las misses quieren la paz en el mundo o los de Greenpeace, que dejemos de conducir. Pese al poco colágeno que ya me queda, mi maternidad adolece todavía de ingenuidades como esta.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo