Domingo cinco de la tarde, me encuentro paseando por el centro comercial con mis cuatro hijos y mi mujer. Los niños van felices, las luces y los adornos navideños decoran todas las paredes de las tiendas. Por un momento, nos olvidamos de las miserias de la pandemia y permitimos a nuestra mente situarse en lugares más entrañables, como son aquellos a los que evoca la Navidad. Los niños empiezan a vislumbrar la llegada de los Reyes Magos y los adultos disfrutamos a través de ellos recordando nuestra niñez.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País