Una tarde de otoño caluroso. Vas volviendo a Madrid, asustada, en un tren hasta arriba. Te preguntas quién quiere entrar en Madrid por gusto. Unos vais recogidos en vuestros asientos, se os adivina el miedo en la poca cara que os queda al descubierto. Otros, despreocupadamente desenmascarados hasta que alguien se atreva a darles el toque. Vaya agotamiento de bandos. Por la radio vienes escuchando el ultimátum del Gobierno Central al autonómico después de la anulación de las medidas restrictivas por el Tribunal Superior de Justicia. Tragas saliva, pie a tierra. Llegar a casa se convierte en un desafío para la cordura con este ambiente tan cargado.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El Diario