Tras una cola de decenas de personas, Jacqueline Lugo y Jonathan Ribero hacían frente a uno de los primeros días desapacibles del otoño. A las puertas de la parroquia de San Juan de Dios, en la UVA de Vallecas, no hay distinciones: todas las personas que desfilaban y mostraban un papel recibían su parte del reparto. El viernes tocaba leche, bebida y productos de limpieza. Algunos, no obstante, cargaban más bolsas. «Somos siete en casa», explicaba Jacqueline. Un número que trae problemas en tiempos de pandemia.
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